
27 febrero 2011 en 11:10
Joan, de Mallorca, me contestaba en el blog de Rosa María Artal, así sobre la actual etapa, los tiempos convulsos que vivímos, sobre una cultura del hombre y una cultura de guerra propia del medievo y no de ahora. Entonces aclaró muchas de mis preguntas y le agradecí su sensibilidad para describir un malestar que ocurre en muchas partes de este planeta.
Transcribo aquí su elaboración:
Querida Virginia muchas gracias por el cumplido, realmente y dolorosamente, creo que es fácil si realmente lo deseamos ver nuestra naturaleza humana. Para mí estos últimos tiempos, no esta siendo fáciles, en cuanto intento en la medida de mis posibilidades humanas no auto engañarme, es decir, intentar vivir por principios las palabras honestidad, justicia, solidaridad, intentando vencer el miedo atávico que nos ata a buscar la seguridad en cualquier sistema organizativo creado por la cultura humana.
Si tuviese que resumir unas cuantas ideas, sin ánimo de entrar en gran profundidad en las mismas, según mi conciencia me da entender serian las siguientes:
Entiendo que nuestra actual crisis sistémica a todos los niveles, nuestro colapso y fracaso como civilización, responde no a los errores aplicación de tal o cual ideología o sistema, llámese este capitalista, de mercado, comunista o anarquista, etc. Somos unos seres, unos animales que llevamos milenios sumergidos en la misma atmosfera, en las mismas aguas y relacionándonos culturalmente y como sociedades con las misma reglas de hace siglos, es decir, la cultura de la guerra, la cultura del hombre guerrero, su expansión, conquista, y eliminación del contrario, raza, lengua, color de la piel, creencias, ideas, etc. Pero sobretodo la eliminación, sometimiento y destrucción de la mujer como principio portador de la femineidad: compasión, empatía, cuidado, colaboración, solicitud, y tantos y tantos sinónimos del amor.

Nuestro civilización tecnología, nuestra abrumadora civilización industrial y moderna, ha venido a traer un poder a las manos del hombre como nunca conocieron los siglos, desgraciadamente nuestro progreso moral y cultural no ha seguido igual proceso. Por tanto la barbarie primitiva, a sido sustituida por la barbarie industrial que ha venido a sustituirla con una expansión, conquista y dominación, como no conocieron los siglos y ahora hablamos de: producción, libre mercado, competitividad, consumo, crecimiento, producción, acumulación y un larguísimo etcétera de eufemismos para la palabra guerra, que nos están llevando hacia un verdadero abismo y destruyéndonos a la par que nuestra Madre Tierra y todos sus habitantes y generando un sistema de tremendas injusticias, dolor y muerte.
Como ya dije en el hilo de estos comentarios, las formulaciones para solucionar esta situación que se prolonga desde el hombre sapiens sapiens, fueron formuladas hace milenios y su extrema sencillez de su mensaje (no violencia, principio de amor hacia toda la creación, etc.) tanto dentro de una moral religiosa o laica (igualdad, fraternidad, justicia) señalaron y señalan las fragantes hipocresías, contradicciones insalvables y polos totalmente opuestos entre estos principios y nuestra cultura a cualquier nivel. Por tanto entiendo que todas, absolutamente todas nuestra fuerzas de organización política, organización empresarial, religiosa, moral o de cualquier tipo, todos nuestro instrumentos de gobierno, el estado, la justicia, etc. como tal llevan en su interior el germen de la guerra, son sistemas de lucha y de opresión y por tanto nunca pueden traernos la tan ansiada paz, justicia, igualdad y amor, puesto que su esencia, moral y cultura son las de la guerra.
A mi entender estamos ante un fallo civilizatorio como cultura del hombre, como cultura masculina, como cultura de la guerra, el hombre siempre ha masculinizado y incorporado a su cultura guerrera cualquier formulación de amor en definitiva de la feminidad. Ha empuñado la espada a la par que la cruz, y ha sometido por contradictorio que fuera, el polo del amor (cuidado, colaboración) al de la guerra, es una distancia insalvable, no hay un camino en la dirección de la guerra, de la competencia, de la expansión y conquista. Es necesario un cambio de paradigma, un cambio total en nuestros valores y no es necesario una ideología complicadísima, un sistema sofisticadísimo, la verdad es tremendamente sencilla y asequible, pero no admite más que un camino y este es al de renuncia total y absoluta a la cultura del hombre-guerra.
La mujer para mí como portadora y salvaguarda (a través de los siglos) de unos valores que nos aproximan mucho más a esta civilización del amor, estaría destinada a liderar y dirigir este cambio (apelando a sus auténticos valores, no a la burda representación de los mismos en la actual cultura masculina). Por tanto es necesario el surgimiento de una civilización de la mujer, una civilización del amor. El camino no admite replica, o esto o llevar la guerra a las galaxias como ya soñamos en el cine.
Es hora de que Dios Padre muera, para que viva la Diosa Madre. O entendemos la profunda contradicción entre uno y otro principio o estamos abocados a la noche más oscura.
Son tantas las palabras, las formulaciones que se pueden dar para una y única realidad. Lo verdaderamente importante es elevarlas al altar de nuestra cultura, hacerlas entrar en nuestra cadena social, desde la educación, desde cualquier organización, desde cualquier ente que tenga voz y aglutine voluntades, en una reconversion y revolución de valores, de codigos, de ideas. Al igual que para curar no acudimos a un manual de medicina de la edad media, dejemos de usar un manual moral y de cultura que pertenece al medievo.